La consciencia, (el estado en el que somos conscientes) es nuestra esencia, nuestra verdadera naturaleza, lo eterno; es lo que queda de nosotros cuando dejamos el cuerpo físico. La consciencia es lo Divino, la Fuente de vida. La consciencia lo es todo.

La idea de que solo somos nuestra mente no es correcta. La mente es una herramienta necesaria para navegar la vida en el planeta Tierra. Una especie de mecanismo de grabación. La mente no es nuestra identidad ni nuestra esencia. Nuestra mente se nos entrega al entrar en este planeta y es un mecanismo maravilloso.

La mente pertenece al cuerpo humano. Es una especie de software creado por las enseñanzas y entrenamiento a los que estamos expuestos durante las diferentes etapas de nuestra vida, principalmente la infancia y la adolescencia. La mente también transporta información del colectivo.

Muchas personas viven sus vidas identificadas con su nacionalidad, raza, género, religión, profesión y un conjunto de creencias. Esas son cosas superficiales, accidentales. Cuando comenzamos a conocernos a nosotros mismos, a despertar, a meditar y a tener una relación armónica con nosotros mismos, viviendo nuestras vidas más en sintonía con nuestro ser interior, la consciencia florece y nos trae claridad.

La mente es poderosa y a menos que entremos en su reino a través de la meditación y la auto observación, es posible que nos identifiquemos demasiado con su contenido y eso nos bloquea, causándonos muchos problemas y en casos extremos la locura.

La mente es un parloteo constante, voces internas persistentes provenientes de asuntos aún pendientes en nuestras vidas. Muchas veces cuando resolvemos ciertos problemas dejamos de pensar en ello, en ese caso la mente sirve también como mecanismo de alarma. En el momento en que dejamos de identificarnos con toda esa charla y comenzamos a observar su contenido, podemos observar cuidadosamente si esas sugerencias son convenientes para resolver nuestro asunto pendiente.

Las emociones fuertes y las experiencias traumáticas vuelven loca a nuestra mente. En esos momentos, esa voz interna nos bombardea con un flujo constante de «opiniones» y sugerencias para que actuemos de una forma u otra. Actuar sin pensar, reaccionando en vez de tomar acción no es siempre la mejor manera de solucionar los problemas.

Al hablar con personas que tienen PTSD (trastorno de estrés postraumático), es fascinante observar que la mente se activa por eventos que se parecen a la experiencia original. Esa activación desata en la mente imágenes y recuerdos del evento traumático haciendo que la persona se sienta abrumada con el cumulo de emociones que se generan y que lamentablemente a veces llevan a la víctima a cometer acciones violentas contra sí misma o contra los demás.

La mente también es una herramienta extraordinaria que el colectivo no ha explorado correctamente. Cuando nos perdemos en el drama de la mente y sus sugerencias, que yo llamo chismes, permanecemos en un lugar oscuro y limitado. Pero si logramos centrarnos y enfocar su naturaleza creativa como una herramienta para mejorar nuestras vidas, daremos pasos hacia adelante en nuestro proceso de evolución.

Lo más beneficioso que podemos hacer por nosotros mismos es tomar consciencia de que podemos cambiar utilizando herramientas como la meditación, para dejar de identificarnos con el contenido de la mente y de sus factores desencadenantes de estrés físico y emocional.

Poco a poco esta práctica nos llevará a gozar de un espacio interior de silencio. En ese espacio dejamos de ser los sirvientes de la mente, ejerciendo nuestra capacidad de soltar bloqueos y de funcionar alineados y en sincronicidad con el perfecto fluir que mantiene la armonía del universo.

Lograr el silencio en nuestra mente es una de las experiencias más profundas que podemos tener. El resultado de una mente silenciosa es paz y equilibrio internos. Ese espacio se convierte en el puente para conectarnos con nuestra verdadera naturaleza: la Consciencia.

El asombroso resultado de la práctica de sentarse en silencio observando nuestros pensamientos como un testigo neutral, sin identificarnos con ellos, es que el espacio entre cada pensamiento se hace cada vez más grande, forjando un camino directo hacia nuestro centro, ese lugar donde la Consciencia reside intacta, eterna, omnipresente.

PRÁCTICAS DE MEDITACIÓN SIMPLES

  • Cuando surja un pensamiento o sentimiento a favor o en contra de una persona o una situación, no lo proyectes hacia afuera, hacia la persona o situación. Mas bien mantente centrado, dirigiendo toda tu atención con bondad y compasión hacia tu respiración y tu cuerpo.
  • Cuando sientas el impulso de hacer algo, detente. Permanece enfocado en tu respiración durante dos o tres minutos. Practica este ejercicio a lo largo del día.
  • Cuando un deseo venga a tu mente, considéralo. Entonces simplemente suéltalo, déjalo ir. Gira hacia dentro, enfoca tu atención simultáneamente en tu corazón, tu ombligo y la inhalación y exhalación. Mantente en ese espacio durante unos minutos.
  • Al comer o beber, reduce la velocidad con que lo haces, cierra los ojos y entra en tu mundo interno de los sentidos. Permite que el sabor de la comida o la bebida te inunde y déjate llenar por esa sensación.

~ Tomado de “Tenderness the Essential Art Workbook”

De Martha Ballesteros-Shakti

Artículos Favoritos